miércoles, 26 de noviembre de 2014

La taza de café.





Todo comenzó en un bar café, me encontraba sentado al fondo de dicho lugar,  con las piernas cruzadas, con la mano izquierda sosteniendo un diario, mientras la otra llevaba la porcelana con café hacia mis labios, al momento la luz se bloqueó por un cuerpo esbelto que se dirigía hacia donde yo me encontraba sentado, era una venus completa: labios perfectos, rojos como un atardecer de enero, finos como la ceda, dulce cual duraznos; sus ojos grandes, degradables me traspasaban la mirada, me hipnotizaban, me abrazaban y descarnaban. Sus pechos me llamaban, me invitaban a crear fantasías vanas, sus caderas me desarmaban, me llevaban por pasiones  de encanto, me conducían por un laberinto errado.  
Era perfecto,  su aroma, sus cabellos, sus aires de princesa, eran perfectas sus extremidades largas, su sonrisa endiablada y tierna; me cautivaba, me llevaba al cielo y al infierno en una nada.
Mientras mi mente divagaba ella tomo haciendo en una mesa anterior a la mía, el mesero se le acerco, tomo su orden y se retiró con el pedido en una mano.
La fantasía volvió a la cabeza y esta vez ya estábamos compartiendo la cama, no era una mera pasión corpórea la que nos amarraba, eran nuestras almas las que se extasiaban,  las que se brindaban; eran nuestras memorias las que retenían el tiempo como queriendo terminar con el mal que daña a todo  mortal sin sueños.
Fueron prohibidos nuestros actos, nuestro sudor embriagaba a cualquier humano, ¿Cómo olvidar el momento en el que nos tomamos y nos devoramos? ¿Cómo querer dejar bajo las mantas los miles de besos, las caricias que nos arrebataban?
Al rato la ilusión se rompió en mil pedazos, uno a uno caía bajo el retrato que mis vistas pintaron, eras tú saliendo del café con un hombre extraño, el posaba su brazo sobre tu hombro desnudo, mientras tu rodeabas su espalda, sus miradas se toparon en la nada, en tanto mis sentimientos por dentro explotaban, por dentro las ilusiones lloraban, y sentía que las esperanzas se volaban con el espeso humo del cigarrillo que recién había empezado a nublar las mil y un pasiones esbozadas en aires irreales.
Ese fue el único día que me sentí enamorado, hoy cumplo 80 años, y 55 de no verte,  sigo regando los girasoles y sepultando los días en recuerdos, aun llevo en el pecho las cicatrices de otros amores, y sigo frecuentando el bar donde nuestras almas se encontraron, sigo fantaseando, sigo saboreando el café, sigo degustando tus labios…

jueves, 20 de noviembre de 2014

Shirin Ebadi


“Los fracasos son como cuando nosotros nos preparamos para saltar un obstáculo, primero vemos el obstáculo, luego damos un paso atrás para tomar impulso, y finalmente nos atrevemos a saltar el obstáculo” – nos dice Shirin Ebadi a quien se le concedió el premio Nobel de la Paz en el 2003 y que tuvimos la oportunidad de tener en nuestra ciudad y en nuestro campus.
Su descripción de lo que es el fracaso es muy didáctico y real, porque cuando nosotros nos proyectamos hacia nuestros sueños, y durante la perennación de estos surgen tropiezo; entonces nosotros retrocedemos para reflexionar sobre lo que hicimos mal y tomamos más aliento para lanzarnos una vez más hacia lo que queremos, y así una y otra vez hasta que logramos cumplir nuestra meta.
Me recordó que los fracasos forman parte de cualquier proyecto que tengamos, que siempre habrán cosas que nos salgan mal en el transcurso del camino, pero que pese a todo debemos mantenernos firmes en nuestros propósitos. Porque es eso lo que le da sentido a nuestro sueños.
Para mí los fracasos son experiencias que nos ofrecen distintas soluciones, que nos ofrece distintos pensamientos y que nos trae más vida.
Shirin Ebadi, es sin duda alguna una de las personas con más fracasos en su vida, pero, que los ha sabido superar y han sido la base de muchos logros significativos no solo para vida personal, sino para la humanidad, y para su país específicamente. Es una mujer que ha encontrado mil barreras pero que con su poder y su voluntad ha sabido destornillar y serrar a cada una de ellas.
Es para mí este ser humano un modelo que debo seguir y recordar cada vez que la adversidad se pose ante mis propósitos, recordare cada palabra por ella pronunciadas para seguir en la lucha de mis anhelos, sin olvidar, que estoy en este mundo por un propósito que no es solo en función a mis intereses, sino de mi sociedad en general y que ellos son mi motor y mi alma.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Agresor y Agredido.



¿Qué es hacer daño?
Hay tantas definiciones, pero, ¿Cuál es la correcta? ¿En realidad infringimos dolor? o ¿El dolor se queda con  nosotros?
Desde mi punto de vista; jamás el dolor se lo lleva únicamente la persona hacia la cual va la agresión, sea cual sea esta; esa herida queda también en quien agrede y creo que esta persona es la más afectada cuando actúa de esta manera.
Pensemos un momento, cuando a nuestro raciocinio lo ha superado  la ira y la impaciencia ¿Cómo hemos actuado? Hemos echado palabras al aire sin pensar, o hemos utilizado los golpes con el fin de desfogar esa ira que se encuentra encapsulada en nuestra mente. ¿Luego? La culpa nos invades y el dolor nos remueve la conciencia, como si algo dentro de nosotros nos golpeará y desgarra las entrañas, como si un sentimiento interno quisiera salir desesperado pero se encuentra atrapado.
Estas heridas nos muerden los pensamientos, nos persiguen hasta en los momentos y espacios más secretos, nos abrazan y nos amarran, nos detienen las esperanzas, nos amalgaman en pesadillas diarias.
Muchos psicólogos tratan este tema desde el punto de vista de las personas agredidas, pero, que sienten los agresores luego de una disputa. ¿Son también ellos victimas de sus acciones? ¿Son presos inconscientes de su subconsciente?
No intento nublar la idea de agresión, lo que quiero es hacer pensar que en una agresión actúan varias personas que forman parte de un problema social y que necesitan ayuda  igual, para salir de ese círculo.
Lo que también intento expresar es que no nos hagamos daño y tampoco lo hagamos a terceros, no dañemos nuestro espíritu, no nos ahoquemos con palabras y golpes. Sobre todo pensemos en cómo nos sentiremos si ofendemos a un ser querido, sobre todo pensemos en que el perdón no suprime los actos ya hechos.